Someday.

El recuerdo de tus manos subiendo por mis piernas hoy son sólo imágenes de todo aquello que quise tener a diario pero no pude retener, embriagarme con tu olor, refugiarme en tus brazos y sentirme viva. Que te diese por robarme sonrisas y besos. "No quites tu mano de mi pierna ni un segundo, que yo no apartaré mis ojos de ti", eso es todo lo que se me pasaba por la cabeza, no la quites, no la quites.
Dices que en algún momento, en algún lugar. Pidiendo paciencia olvidando que es justamente lo que no quiero tener, lo que no me permito tener, lo que no te mereces (quizás) que tenga o eso quiero creer.
Que ya no creo en los cuentos, ni en las historias a medias, ni en los amores prohibidos, ni en los príncipes de cuento, ni en el futuro, ni en tus palabras, que no creo ni en esos labios que me decían que me querían ni en tus ganas de hacerme tuya.
Que dicen que quien te quiere va a por ti, que no espera ni un segundo más para tirarse contigo al vacío sin importar las consecuencias y si no se hace siendo asquerosamente complicado todo ¿Qué mérito tiene hacerlo cuando todo sea más fácil...? Ninguno. Tú no moverás ni un sólo dedo de tu mano para tenerme delante y yo me consumiré entre tanto orgullo en las camas de otros, tu besarás otros labios que no serán los míos cada noche y yo le pondré tu nombre a cada uno de mis gemidos. Esa era nuestra única opción. Creer que debemos olvidarnos y perdernos, hasta que un día después de tanto tiempo intentando creerlo se haya convertido en una realidad. Se rompieron las cadenas, el tiempo y los días que pasamos tú y yo.

Y cómo nunca caíste en la cuenta de que tendría las suficientes agallas para alejarme de ti y no fuiste capaz de retenerme a pesar de todas las señales, me fui alejando poco a poco, metro a metro, aunque nunca quise hacerlo. Ahora estoy demasiado lejos para mirar atrás, ya no te veo, ni delante ni detrás.
No había más opciones o al menos, no quisiste verlas.