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domingo, 17 de marzo de 2013

Relatos II


- ¿Antes de esto no crees que debería haberte invitado a una copa o haberte piropeado por esa falda tan corta?
- ¿Para qué? Mañana ni siquiera me acordaré de tu nombre, en un par de horas me iré a mi casa y no volveré a saber de ti, en cuestión de un mes no me acordaré que esto pasó y si me vuelvo a encontrar contigo en algún otro lugar quizás ni te reconozca. Mejor ahórrate esa copa.
- ¿Eso significa que no piensas darme tu teléfono? ¿Significa que te irás y no volveré a verte?
-Significa que yo no le doy mi teléfono a los tíos que quieren llevarme a la cama en la primera noche.
- ¿Y si tú eres mi princesa y yo soy eso que tanto buscas?
- No, tu princesa tampoco se metería en tu cama la primera noche. Y eso que tanto busco lo encontré hace tiempo. Yo sólo soy reina de un lugar que ahora mismo no me apetece reinar, su cama.
- ¿Entonces por qué estás aquí conmigo y no con él? El príncipe se ha vuelto un poco sapo.
- El príncipe que yo busco siempre fue más bien un poco cerdo. Y estoy aquí ahora porque tu cama no es un reino, tú no eres un príncipe y yo sólo soy una zorra más de las muchas que han pasado por aquí. Y como tienes tantas ganas de hablar devuélveme mis bragas y adiós.


Mira mamá, tramposa, borracha y sin bragas.

Era una tramposa nata porque nunca le había gustado perder, siempre tuvo sed de victoria y por eso ganó demasiadas batallas cuando se trataba de él. Pero la verdad es que tampoco hizo demasiado por merecerse todas y cada una de las partidas que ganó, más bien esperó que siempre aquello de ganar llegara solo (porque siempre llegaba tarde o temprano). Hasta que un día se cansó y quiso ser merecedora de todo lo que ganaba y quiso mirar de frente mientras luchaba por aquello que tantas veces dejó para el día siguiente: ella.
Se cansó de esperar y acabó haciendo trampas de la mejor manera que aprendió, aquello que le enseñó el destino y puso en sus manos no hacia demasiado tiempo.
Con los dedos agrietados, el corazón bombardeándole mentiras y su cerebro reinventando el concepto de la adrenalina se marchaba de aquella habitación con el suelo tan frío que hacia que se le helara la cordura, tras el sonido sordo de la cadena del inodoro sus pasos marcaban una melodía con ritmo, con fuerza, fría y medio rota, como ella. El agua, el ruido y unos ojos tan azules como brillantes eran suficiente para reprimir su orgullo y aquel olor tan primitivo y repugnante acabó convirtiéndose en su perfume favorito, lleno de trampas, amor y engaños. Dramas que hacían de su montaña rusa, algo más vertiginoso aún.
Jugaba sin miedo a perder, porque sabía que en el fondo unas veces se gana y otras se aprende. El problema es que sus ambiciones le quedaban demasiado pequeñas a aquella realidad. Sus sueños eran tan efímeros y pasajeros como los besos que a veces le daba por regalar aún sabiendo que esa no era la solución.

Y después de todo esto tampoco es muy difícil comprender que quizás lo único que esperaba es que alguien también luchase por ella, sin trampas ni ventajas, que apostase hasta el final sin importar el precio de la partida.




martes, 12 de marzo de 2013

Forever. Never.

La boca me sabe a hierro de todo lo que sangro por dentro, porque además de unos cuantos moratones por todo el cuerpo también me dejaste unas cuantas heridas internas cuando decidiste una vez más que yo no era lo suficientemente buena para ti o que esto, que ni siquiera era algo, no te beneficencia en absoluto.
La cosa es que yo para él nunca fui buena ni para él ni para nadie, no me quiso para él pero tampoco me quise para nadie más, no quería compartir algo que ya no era suyo, prefirió que fuese suya solo a medias a pesar de perder los estribos cuando estaba cerca de mí. 
El problema es que yo escuche como su corazón se aceleraba cada vez que le volvía a rozar con la punta de los dedos, o como se estremecía cuando mi lengua se acercaba a él. Y eso no es casualidad, nunca nada fue una casualidad contigo, ni siquiera perdernos. Todo estaba pactado con previo aviso porque entre tú y yo las cosas no están destinadas a salir bien. Por eso es tan adictivo, por eso es tan amargo y repulsivo. 

Hoy mis lágrimas tienen nombre y apellidos propios, pero ya no más, ya no más. No volverás pero siempre serás mio aunque sólo sea en mis sueños, aunque sólo sea una esclava de plata con unas iniciales medio borradas lo que te una a mí.


miércoles, 6 de marzo de 2013

Enfrentados.

Mi cabeza, "mi corazón" y mi cuerpo están en una ridícula batalla en la que no existe el premio, en la que no existe el vencedor.
Esa pequeña parte que me susurraba que yo debo ser sin ti y no contigo hoy no deja de gritarme al oído que parezco estúpida dedicándote alguna que otra lágrima cuando ni siquiera te interesa. Se me pudre en las manos todo aquello que me apetece darte sin saber si nos tenemos o si todo esto nunca dejó de ser un juego, sabiendo que no sé solo ser a medias contigo. Esto es de locos, me hiela saber que no soy la única en tus juegos y aún así prefiero olvidarlo por momentos. Y es que a veces no quiero recordar que eres un lobo más que peligroso capaz de destrozar hasta el último ápice de cordura que queda dentro de mí cuando estás cerca, y no un lobo adiestrado e inofensivo, tal y como me apetece verte a veces aunque no termine de creérmelo.
Voy como una abeja ciega que se deja llevar por su olfato hasta la más dulce de las mieles, pero tú no eres miel, eres veneno para mis entrañas y un vicio para mis sentidos. Exquisito y caducado.
No quiero un universo de cartón contigo, ni un mundo creado a partir de palabras y destrozado a base de hechos. No. No quiero momentos tan amasados que sea un revivir de lo que ya he pasado.
Ojalá no tuvieses ese poder conmigo de hacer y deshacer a tu antojo, ojalá disimular mis ganas fuera algo más fácil y natural, ojalá ganar mis apuestas fuese algo más real contigo. Ojalá algún día recuperes la fe y me mandes un poco por correo certificado.
Pero hay que ser realistas, nos separa mucho más de lo que nos une.
Nunca supiste llevarme en estos días, no supimos estar a la altura, ojalá nunca sea tarde. Pero yo siempre deseé que en días como estos me quitases toda la tontería dando un poco de ti, en parte no era tanto pedir, pero a ti se te hacía un mundo.
Lo que sí está claro es que contigo se me da mejor hablar con el cuerpo, hablar sin palabras porque no sé explicar verbalmente que esto que recorre cada centímetro de mí cuando estás cerca o simplemente cuando te pienso. Por eso sólo quiero una noche, porque aunque a veces olvide muchas cosas, otras siempre las tengo presentes.