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miércoles, 24 de julio de 2013

Con B de BITCHES.

Todos solemos hablar de amistad, de amor, de relaciones interpersonales en general... Pero poco se habla de las conexiones que surgen espontáneamente entre las personas, esas conexiones tan fuertes que hacen que el tiempo y el lugar sea algo totalmente complementario.
Nos conocimos por casualidad, o por pura causalidad ya que supongo que estábamos destinadas a volvernos (más) locas entre tanto chalado en aquel edificio tan alto (y feo) de Granada. Nos encontramos sin buscarnos, gracias a un cúmulo de decisiones y casualidades de lo más absurdas.
Yo y R nos conocimos el primer día de facultad, ese horrible día en el que te tiemblan las piernas sólo por coger el transporte público sola... Pues bien, voy a cruzar una calle repleta de universitarios hormonados y de repente aparece esa melena larga y rizada acompañada de una sonrisa enorme y esa guía del alumno que tantos quebraderos de cabeza me estaba dando... Y aparezco yo y mi valentía (y mi miedo a estar sola) y en mitad de la carretera me da por gritar: ¿VAS A PSICOLOGÍA?... Que total... Éramos compañeras de clase y amigas desde el minuto -20 de empezar la Universidad... ¿Casualidad? Permitirme que lo dude...
Con L fue diferente, la vi el primer día de clase junto a la chica delgada con la que se sentó todos los días pero instintivamente acabamos sentadas en la misma fila... Recuerdo que no hablamos hasta que pasaron unas semanas y me encantó la sensación de que la imagen que poco a poco iba formándose dentro de mí sobre ella fuese cada vez más dulce. Compartir todos los trabajos, todos los martes hasta las 9 de la noche aguantando maquetas de cerebros y tantas, tantas experiencias hizo que fuese alguien imprescindible en mi día a día. Me asombró eso de que en menos de un año la complicidad hacía que incluso cuando nos mirábamos ya nos lo estábamos diciendo todo, desde meternos con un profesor plasta hasta cuando estábamos tristes.
E es genial, como su propio nombre indica según yo. Pero al principio no fue tan así (Lo bonito no siempre es fácil). Yo ese año la veía como esa chica reservada que se sentaba en la otra punta del auditorio pero que siempre estaba sonriendo, y complicada, tan complicada como a mí me gustan las personas. Mantuvimos una relación distante durante un tiempo, manteniendo las distancias aún sabiendo que eramos más parecidas de lo que creíamos, pero me ha enamorado de ella su manera de hacer que me trague las palabras, una a una. Ahora sólo creo que era una chica que nos estaba esperando porque sin ella estábamos totalmente incompletas, no podríamos ser sin ella, eso está claro.

ELLAS son mis otros tres brazos y ojos. Son mi conciencia, mi voz interior y mi aliento cuando me falta; y son sobre todo esas personas que con sólo sonreír me hacen terriblemente feliz. Son las personas que más me van a hacer llorar el año que viene cuando esta pequeña aventura se acabe... No quiero ni pensar que será de nosotras cuando no estemos cojas, sino totalmente lisiadas.
Porque os prometo que no es difícil tener amigas, incluso me atrevería a decir buenas amigas, pero es asquerosamente complicado que existan conexiones tan fuertes que hagan que personas tan diferentes y tan iguales se complementen tan bien. Se complementen de tal manera que sientan que cuando una falta, están incompletas, que si estás más tiempo de la cuenta sin verlas automáticamente te sientes decaído...

El concepto "amigas" se nos quedó muy corto y preferimos decir que somos unas bitches, supongo que debemos de ser muy zorras cuando hemos tenido la suerte de tener una amistad tan preciosa en estos tiempos... Pero ces't la vie.
No quiero pensar que pasará dentro de unos meses y mucho menos en unos años, sólo sé que la vuelta al curso en Septiembre será menos amarga por verles las caritas todas las mañanas y os juro que es suficiente para llorar muy mucho el día que tengamos que despedirnos... También sé que a día de hoy me siento muy orgullosa de ellas, de las tres y de lo que somos, de nuestros viajes, nuestras frases celebres, nuestros vídeos haciendo el tonto, nuestros bailes, brindis, malas influencias, charlas, sonrisas, miradas de complicidad, abrazos en grupo y de que ahora nos vayan más los números pares.

Porque dicen que las amistades que se hacen en la facultad son para siempre y yo digo y pido a gritos desde aquí: OJALÁ.


miércoles, 3 de julio de 2013

Amar armado.





Amo,
y no puedo persuadirme de lo contrario,
porque siempre está ahí, latente y palpitando
en una lucha feroz a campo abierto contra la razón.
Y yo, en medio de ellos dos, me hallo en su fuego cruzado.

Amo,
y cuando lo hago, me desvanezco en su intensidad,
me difumino hasta el punto de ignorar quien soy
en su arrasadora fuerza, a veces suave y dócil;
y otras, violenta, súbita y desgarradora.

Amo,
y ello me desnuda,
me descubre y me vulnera;
me eleva en su dulzura y me suelta;
lame mis heridas, luego me veja y flagela.

-Rourke Boada-


martes, 2 de julio de 2013

¿Moralidad?

Todos deberíamos tener tatuados en la piel que la vida de cada uno está formada por capas.
Etapas de las que entramos y salimos. Deberíamos recordar siempre que conforme una etapa empieza otra finaliza y así sucesivamente, y que tanto el principio como el final dejarán una cicatriz más en nuestro recorrido. Sé que esto todos lo tenéis muy seguro... ¿Pero tenemos igual de seguro y presente que lo importante no es el principio ni el final sino el recorrido? ¿Por qué no somos capaces de disfrutar del trayecto sin pensar en el final? Claro que toda experiencia siempre tiene un final... Eso no hace que sea menos atractiva ni la convierte en algo doloroso o traumático. Deberíamos abrir los ojos ya.
Y lo que está claro es que estás etapas nos hacen feliz e infeliz a su manera, a su egoísta manera... 
¿Por qué tenemos que aceptar que lo que hace feliz a uno tenga que hacer feliz a otro? 
¿Por qué pensamos que sólo lo que es moralmente aceptable se merece hacernos feliz?
Aquí llega mi conclusión del día... ¿La felicidad es moral?

Si hablamos de felicidad egoistamente, pura y dura, sin atender a valores sociales aceptados por todos... NO. La felicidad NO DEBE SER MORAL. La felicidad es egoísta, efímera y se rige a martillazos dominados por impulsos, se caracteriza por ser tremendamente inmoral, agresiva, violenta, dulce, humana.
¿Es el ser humano un animal moral por naturaleza? ¿O por cojones? Permitirme que os diga que vuestra represión a lo único que os conducirá es a la más nefasta tristeza e insatisfacción.
No intento discutir la importancia de lo que es la moral en sí, y menos aún esa que se basa en el respeto. El problema es que a veces nos olvidamos de nuestra propia felicidad para complacer a otros porque está socialmente aceptado hacerlo. ¿Por qué? ¿Nos estamos volviendo gilipollas? Si, definitivamente, nos están volviendo gilipollas. Nos estamos convirtiendo en seres que viven automáticamente, que se mueven por leyes preestablecidas y andan por caminos que ya han andado otros antes para no perderse... 
Podéis seguir reafirmando vuestro amor por las cosas bien hechas (Siento decir que eso no es hacerlo bien, es hacerlo como los otros están esperando que lo hagas). 

Yo y los bichos raros como yo seguiremos prefiriendo equivocarnos las veces que sean necesarias para aprender de esos errores, dejaremos de pensar tanto en las consecuencias, haremos caso a nuestra felicidad egoísta y nos atendremos a las consecuencias que sean necesarias una vez lleguen... Crearemos y cerraremos etapas en nuestras vidas pero sobre todo las viviremos con pasión, destrozaremos cada una de nuestras dudas a mordiscos y besaremos cada uno de nuestros sueños suicidas e ilusiones embotelladas.

¡A ser felices inmoralmente!


lunes, 1 de julio de 2013

Flota, huye, respira.


Se me desborda el alma cuando siento que te me escapas entre las manos,
no encuentro la salida cuando intento encontrarte.
Ya no queda ¿Nada? Es insuficiente.
A veces siento que te perdí
en el momento exacto en el que dejamos de hacer el amor;
en ese instante, sólo follábamos.
Se nos olvidó amar.
Utilizamos tanto el amor como un medio que nos estalló
en mil cuatrocientos sesenta y nueve pedazos en mi cama.
Pero no importa, nos rompimos juntos,
él a su manera y
yo esperando que recomponerse fuese una solución probable.
Imprecisa. Pero no... Se nos rompió el amor ¿De tanto usarlo? Y entonces...
Llega el momento, tarde o temprano, en el que debes valorar a una persona
en base a los recuerdos que te deja dentro.
Balancear. Contrarrestar. 
Esos recuerdos que pesan, que no quieres seguir arrastrando con cada lágrima,
pero te definen. Esos recuerdos son tú. Eres yo.
Las personas sólo somos historias y pinceladas en las vidas de otros,
somos energía que impulsa y a veces frena.
Tú eras impulso y mi dulzura era el freno. Insuficiente.
El mundo está lleno de historias de (des)amor inspiradoras, cautivadoras.
La nuestra no estaba predestinada a ser una de ellas.
Estábamos predestinados a perdernos
para encontrarnos en la boca del lobo cada vez que volvíamos a nuestro hogar
para lamernos las heridas, una a una. Esas heridas que creamos juntos.
No hay historia que inspire más que una historia de amor fallida.
Algo que dejó de ser y sólo es dentro de cada uno.
Algo que es sólo cuando te recuerdo.
Algo que sólo guardo en cada uno de los borradores que jamás dejaré que juzgues.
Eres parte de mí, porque formas parte de mis recuerdos.
Algo que sólo tú y yo entenderíamos.
Algo que sólo es del viento, de la noche y de una historia
que ya no nos pertenece, que dejo de ser nuestra.
No eres mio, no soy tuya... Pero realmente ¿Alguna vez lo fuimos?


Y ahora, desbordaros conmigo o desapareced, 
queridos recuerdos.