Tumblr Mouse Cursors

viernes, 27 de diciembre de 2013

Cómo solo tú sabes.

SED.
Él desata cada instinto animal que hay en mí, como una gata en celo que se curva pidiendo un poco más.
Me ruboriza al mismo tiempo que juega a excitarme y sin darme cuenta ya es demasiado tarde, he caído de nuevo en la trampa de sus sonrisas y su cara de pillo. Y me encanta, me dejo caer... JODER ¿Cómo no hacerlo?
Calma esa sed como solo él sabe sin necesidad de palabras y manipula la poca razón que me queda embriagando todos mis sentidos y desnudando cada poro de mi piel.
Anestesia cada marca que deja en mi piel y convierte el dolor en deseo y a cada embestida se me olvida incluso el tic-tac del reloj. Y manipula mi tiempo con la yema de sus dedos.
Me enseñó que como mejor se ama es con el alma desnuda y los pies fríos, con la boca tapada y mis dientes mordiendo sus manos.
Se pierde entre mis lunares trepando por mis caderas y besa cada una de mis cicatrices, esas que ahora empiezan a aflorar y solo piden un poco más de él, un poco más de esa droga que ahora ya no quiero dejar de tomar.
Quiero emborracharme de ti. 
Quiero que me susurres al oído que solo soy tuya, quiero que me lo hagas creer.
Te quiero a ti, aquí conmigo.




Quiero que me quieras así, salvaje, como tú eres, con el pelo despeinado y mordiéndote los labios.
Como solo tu sabes.
Quiero que te enamores de lo que te ofrezco.
De lo que soy.
De lo que somos los dos.
Quiero que me hagas sentir viva, que me des vida.
Que te fundas conmigo.
Que explotes y te desvanezcas sobre mí.
Y revivas y después...
quiéreme otra vez, sólo como tú sabes hacerlo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Frío, aquí, ahora.

Hoy es un día frío en esta capital olvidada. 
Hace frío fuera de mi habitación y dentro de mís sábanas, si alguien me rozara hoy las manos diría que estoy más cerca del rigor mortis que de la propia vida, pero...la diferencia corporal entre un muerto y yo es que hoy ardo un poquito más por dentro.
Hay días en los que la inmensidad (e intensidad) del tiempo te golpea la cara como una fría y cortada brisa helada en pleno centro de Granada en Diciembre, esos días en los que te sientes tan pequeña que todo se te queda un poco grande y sólo te apetece ponerte capas y capas de ropa para que el peso de ésta te haga olvidar el peso muerto de los recuerdos que cargas a tu espalda. Y entre cada una de las bocanadas de ese té ardiendo tan dulce te da por pensar en como en cuestión de unos 365 días aproximadamente, día arriba, día abajo, tu vida ha dado un giro de campana y te ha dejado totalmente boca abajo, desnuda y con toda la sangre en la cabeza, con un futuro roto y cada vez más inexistente e inespecífico y cada vez más fríos y cada vez más rotos como si no hubiese rastro de ese ayer que supuestamente tanto te definía... Ya nada es igual, tú no eres la misma cuando te miras al espejo, lo único que permanecen son tus inseguridades pero por lo demás, ya no es lo que era y tú tampoco eres lo que tanto tiempo intentaste ser. Intenté tanto serlo que me olvidé de ser yo misma, puedo considerarme por la misma batalla una luchadora, una perdedora o una estúpida cabezona que intenta ganar y ganar algo que siempre estuvo perdido.
Te miras y piensas en todas esas personas que rodearon tus esquinas con falsos abrazos, aquellos 'te quiero' que se rompieron antes de salir por tu boca y todos esos 'te echo de menos' que sin querer queriendo te acabaste creyendo. La de veces que en un solo año llamaste amigo a alguien que hoy sólo es un desconocido para ti o los días que te preocupaste por algo que no tenía solución. Las veces que lloraste pidiendo que te entendieran como una niña caprichosa que a pesar de saber que no tiene razón sigue intentando que todo el mundo se la dé. Porque lo importante contigo no era tener siempre la razón, lo importante era simplemente tenerte.
Hoy me siento fría porque muchos brazos han dejado de darme calor, ya ni siquiera me darán compañía nunca más, pero tampoco guardo rencor por ello. Esas personas que se fueron me han hecho más fácil ver que lo primero es contar con uno mismo y ser fiel a nuestros propios principios. 
Nadie está obligado a quedarse y puestos a ser positivos, es mucho mejor que una persona que está predestinada a irse se vaya cuanto antes y no ocupe un lugar que no es suyo. 
Hoy estoy así, un tanto escéptica con el mundo por todo aquello que me ha quitado, pero también muy agradecida por dejar huecos libres para todo aquello que está por llegar. Sigo pensando que soy una afortunada, creo que a pesar del cambio tan radical en mi vida no cambiaría nada de ella ni de todo lo que he vivido en este año, no cambiaría ni un solo segundo ni un solo error. Tampoco cambiaría ni una sola locura, como presentarme un día cualquiera de Abril en una ciudad que ni fu ni fa por algo que desde dentro me decía que merecía la pena. Hoy sé que ha merecido la pena y que tengo más de lo que podía pedir. Ha merecido la pena cualquier cosa si hoy puedo decir que te tengo conmigo.
Y aunque haga frío, me sienta helada y se me encoja el corazón del vértigo al pensar en lo mucho que todo ha cambiado, soy tan feliz y estoy tan eufórica por tener lo que tengo y por ser quien soy que el resto de días estoy demasiado ocupada para acordarme de todo lo que ahora es diferente y mucho más ocupada como para echarlo de menos.
La vida es eso, cambios, evolución y ciclos. Un día estás llorando en la cama como el ser más egocéntrico del mundo porque piensas que la vida es muy injusta solamente contigo y al día siguiente estás pegando saltos de alegría con tus amigas en plena Gran Vía de Madrid, no sé, por poner un ejemplo. 

A ser felices, corazones.



martes, 5 de noviembre de 2013

Escribir por amor al (dese)arte.

No podemos evitarlo, somos humanos, débiles y simples y nos movemos por instintos. Nos impulsa el deseo de cometer estupideces y sobre todo echamos de menos algo que en realidad nunca ha sucedido, pero lo seguimos soñando, supongo que el pensar que algo imposible deja de serlo es lo que nos impulsa a mantener la esperanza... Una esperanza que bañamos de cinismo cuando lo que deseamos de verdad está reñido con nuestra estabilidad emocional.
Creo que mi tara de fábrica es que vivo estúpidamente enamorada de algo que no existe, y me imagino que lo peor de todo esto es que una parte de mí sigue pensando que es posible, que va a suceder... ¿Qué tengo que perder además de mi cordura? Lo verdaderamente preocupante es que no estoy segura de si esto resulta más creíble para mí o para mi álter ego... Qué caos...¿Eh? Tengo mil demonios que matar y todos ellos se acuestan conmigo cada noche en mi cama.

«Consejos vendo que para mí no tengo.»
La interminable historia de mi vida. Complicar lo que ya de por sí es infumable, pero joder... No es tan fácil luchar contra un espejo y más contando que frente al espejo no me reflejo yo, ni una bruja atractiva con ligueros. Lo que si puedo ver es aquello que dice ser lo mejor para mí y justo al fondo aquello que me grita qué es lo que de verdad quiero y... ¡Por dios! No puedo dejar de mirar a aquella mujer descarada que no deja de gritar y sonreír ¡JODER! como sonríe... Además luce esa cara de bien follada que tanta gracia me hace. Y en cambio... la que esta cerca, la que me susurra lo que se supone que es mejor para mí, habla bajito y le tiembla la voz, viste una falsa inocencia que no hace juego con su melena descuidada y despeinada... 
No, no es lo que dice ser.

Quizás si escucháramos más dentro de nosotros y nos parasemos a pensar que es lo que realmente nos hace felices sin tener que cumplir con las expectativas de nadie todo esto sería menos vomitivo... 

Supongo, que en el fondo los finales felices se los patento todos Walt Disney y lo peor de todo es que nos creó unas expectativas que son, cuanto menos, ridículas... Y creo que esto es en potencia responsable de nuestras desafortunadas historias interminables-acabadas. 
No tiene sentido que yo cree un castillo de papel si luego llegarás tú, soplarás, me besarás el cuello y todo desaparece... Por favor, hazme creer en imposibles.



'Te dolerá todo el cuerpo, me buscarás en el infierno porque soy igual que tú.
Todo lo que siento por ti solo podría decirlo así.'


Y no me hables de arte si no te han hecho nunca el amor a través de la música.





miércoles, 23 de octubre de 2013

Noches.

Noches. 
Ya ni buenas ni malas, os deseo noches y sobre todo deseo por las noches.
Cerrar los ojos un momento y abrirlos en tu cama sería mi plan perfecto para esta noche, como puedes ver a veces se me olvida que hace mil y una noches que mi cama ya no espera a nadie. Y es que soy así de ingenua y las noches se convirtieron en mi fenómeno paranormal favorito, todo me parece diferente y en su esencia un poco mágico y sobre todo podrido, incluso echar de menos se torna un poco más asqueroso aún si cabe. Y ya no quiero hablar de las noches de lluvia, esas noches de invierno que en tu cabeza te imaginas frente a la ventana con unos calcetines largos en unas piernas que no son tuyas y un té ardiendo que es lo que más caliente te va a poner esa noche, pero la realidad es que estás frente a una pantalla escribiendo algo que a nadie le interesa y pensando en el día de mierda que tendrás al día siguiente gracias a la lluvia. 
Como difiere la fantasía de la realidad... Como en aquellas noches en las que me vaciabas a base de un "bébeme" en una etiqueta bordada principalmente de ganas y mentiras. Lo nuestro nunca fueron las noches y por eso para mí siempre quisieron significar tanto. Supongo que siempre quise que alguien se adueñara de ellas en cierto modo para olvidarme de tus tardes. Buen trabajo. Quizás debería haber escrito en aquella etiqueta "cómeme" para que no te hubiese dado resaca de mí al día siguiente ¿No? 
Es curioso eso de que el mejor piropo que me han dedicado nunca haya sido un "hija de puuuuuta" bien dicho y dedicado justo en el momento perfecto. Sí, no podía haber un momento mejor. Quizás no debería haber deseado tantas buenas noches y haberme dedicado a hacer que algunas fueran mejores... No sé, digo yo. 

Lo que es cierto es que nunca son buenos días sino fueron previamente buenas noches.

Lo que yo te diga... No tengo remedio, sigo siendo la misma que empieza batallas sin abrir la boca que luego no me apetece librar. Sí, seguimos estando igual de desquiciados y a veces ladramos sin que nos apetezca hincarle el diente a nada, somos presas de algo que llaman amor cuando quizás a lo que realmente se referían era miedo a la soledad. 

No quiero decir nada con esto, en realidad solo me apetecía dármelas de sabionda un rato, cosas de mezclar lluvia con noche.


¿Y si nos vamos a soñar un rato más?