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martes, 5 de enero de 2016

Recapitulemos.

- Cómo no voy a hacer caso de tus tonterías, si es lo que más me vuelve loco de ti.- Y lo dijo tan cerca, tan extremadamente cerca, que sentí que podía nadar en sus ojos color miel, o perderme en ellos, quería perderme en ellos.
- Creo... Creo que me voy a poner como un tomate a la de ya, no te asustes.
- Es difícil asustarme contigo, creo que hagas lo que hagas no me darías ningún miedo...- Su voz era firme y sus manos jugaban con mi pelo, la sonrisa que esbozaba empujaba a todo aquello que implicaba no portarse bien. 
- ¿Haga lo que haga? Estas demasiado seguro de tus palabras.- Y no pude evitar que se me pusiera cara de boba, era toda una declaración de intenciones. El ambiente de aquella cafetería, repleta de gente con enormes bolsas de regalos (parece que no era la única que dejaba para última hora las compras navideñas), empezó a cargarse más de la cuenta y mis bragas empezaban a notarlo,  me pedían a gritos estar tiradas ahora mismo en la parte de atrás de su coche, pero debía mantener la compostura, por ahora.
- Hagas lo que hagas, ¿y yo, tengo alguna oportunidad de darte miedo?- Madre mía, la cabeza me daba vueltas, ¿cómo podía ser tan jodidamente guapo?
- No, no me das ningún miedo.- Todo esto era más bien poco creíble, sobre todo porque estaba temblando, como cuando entras a la plataforma virtual de la Universidad y hay un mensaje nuevo con las notas de ese horrible examen. Un año hablando por whatsapp parecía haber dado sus frutos, y tenia la misma sensación que cuando recibía un mensaje suyo, sólo que las cosquillas del estómago pasaron a estar unos centímetros más abajo.
No dijo nada, solo sonrió, sonrió mucho, con una sonrisa enorme y preciosa, y sus manos se acercaron a mis mejillas, sentí que me iba a quedar sin respiración en cualquier momento, y antes de que me diera cuenta, sus labios estaban besando los míos, inocentemente, y lo que menos pude soportar es seguir con ese beso inocente, mis manos se enredaron en su pelo, mi lengua buscaba desesperádamente la suya, y aquel beso creo que duró más de lo aceptado socialmente para besar en público. Pero me daba igual, era él, estaba ahí, conmigo y me deseaba tanto como yo a él. De repente se apartó, me cogió la mano, me acercó el abrigo y el bolso y se acercó al camarero, le tendió un billete y volvió a cogerme la mano. Salimos a galope del centro comercial y las luces de su coche empezaron a parpadear, nos acercamos hasta él corriendo para evitar la lluvia y subimos. - Llevo esperando este momento tanto tiempo... Tenía tanto miedo... y tantas ganas de saber que no exageraba contigo...- Mi cara dibujó una mueca graciosa y tímida al escuchar eso, estaba aturdida y mi respiración estaba empezando a delatarme. Él sólo sonrió y volvió a besarme, volvió a besarme como mi cabeza no recuerda haber besado.
- No quiero irme. No quiero irme ahora...- Susurré en sus labios. - No quiero irme.- Repetí.

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